Las siete de la mañana suena el despertador, buuufff que pereza, pero sabes que te tienes que levantar de la cama, y tienes una larga jornada, rápidamente repasas mentalmente todas las tareas que tienes hacer y te pones en marcha. Una ducha rápida, un café y corriendo al metro para no llegar tarde a la oficina. En el metro te relajas y te enfrascas en la lectura de un libro, apenas has leído un par de páginas, te entra un mensaje de un amigo, cierras el libro y te pasas el resto del trayecto hablando con él. No te das cuenta y llegas justo a la oficina y te despides cortante para centrarte en tus tareas.
El tiempo es lo que se nos escapa mientras nos centramos en otros |
En el desayuno, intentas leer un poco más mientras se enfría el café, y mágicamente tu amigo te vuelve a mandar mensajes, al final te acabas tomando el café helado y corriendo otra vez para no pasarte del tiempo del desayuno.
Prosigues la jornada laboral y ya tienes ganas de que llegue la hora de comer, y recuerdas que tienes que aprovechar el tiempo que te queda libre y comprar un par de cosas que necesitas, pero ese momento tampoco llegará. Tu amigo sabe muy bien tus ritmos y cuando estas tomando el postre ya empiezan a llegar mensajes suyos y por atenderlo te quedas sin hacer las compras.
Cuando sales del trabajo agotado y con dolor de cabeza por los problemas de tu amigo, te entran mas mensajes, otra vez sin hacer lo que tenias previsto. Llegas a casa, miras el reloj y ya no tienes tiempo de hacer ninguna de las cosas pendientes, así que decides hablar con él para preguntar y comentarle tus problemas. Pero entonces, sorpresa, tu amigo ha desaparecido, ya ha resuelto sus inquietudes y problemas. Es por eso que el tiempo es lo que se nos escapa mientras nos centramos en otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario